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El día 5 de mayo, cuando en Albión aún resonaban ecos de boda real, los alumnos de 1º de Bachillerato del IES La Besana visitaron la capital de España, realizando un itinerario que les llevó por la mañana al Palacio Real y la Estación de Metro de Chamberí y al Museo Reina Sofía, ya por la tarde.
El recorrido comenzó en el Palacio Real de Madrid, residencia oficial de Su Majestad el Rey de España, aunque sólo se emplea en las ceremonias de Estado. Pasados los pertinentes controles de seguridad y equipados con los audífonos para seguir las explicaciones de la guía, iniciamos el ascenso por la preciosa escalinata que da acceso a las estancias abiertas a los visitantes.
El Palacio fue construido, por deseo del primer Borbón, Felipe V, sobre los restos del antiguo Alcázar de los Austrias, destruido en un incendio en 1734, y se hizo en piedra y ladrillo, sin madera, para que el fuego no pudiera destruirlo. Las obras duraron poco, menos de veinte años.
Pudimos comprobar cómo la decoración palaciega varía según los estilos artísticos de cada época: el Salón del Trono, la Cámara del Rey, la Sala de Porcelana, el Salón de Espejos y el Comedor de Gala, donde nuestros Reyes fueron los anfitriones de los Jeques de Qatar en la cena ofrecida en su honor durante su reciente visita a España.
Además de los frescos de Tiépolo, los cuadros de Goya, de Caravaggio y otros artistas, de sus espectaculares lámparas, muebles, más de dos mil estancias, relojes, el Palacio cuenta con un auténtico tesoro, del que podemos dar fe: una de las mejores colecciones de Stradivarius del mundo, obra del gran lutier de Cremona, y que volvieron a sonar en concierto en el Salón de Columnas, en el que se firmó la adhesión de España a la CEE.
Antes de abandonar tan regio lugar hicimos una breve parada en la Real Farmacia y en la tienda dejando para otra ocasión, por motivos de tiempo, y escaso ardor guerrero del grupo, la incursión a la Real Armería.
Tras un breve paso por el Madrid de los Austrias tomamos el metro en Ópera para dirigirnos a la “estación fantasma” de Chamberí. Allí conocimos qué es el llamado Andén 0. Centro de Interpretación del Metro de Madrid después de ver un breve video sobre su historia, y cuya primera línea, Cuatro Caminos-Puerta del Sol fue inaugurada en 1919 por Don Alfonso XIII, siendo la de Chamberí una de las seis estaciones intermedias. Cerrada en los años 60 al ser imposible su adecuación a las nuevas necesidades de un Madrid en crecimiento, salió hace cinco años de su ostracismo, siendo restaurada íntegramente tal y como fue concebida por el arquitecto A. Palacios.
El nuevo acceso, moderno, no invitaba a sentir esa breve pero intensa experiencia de viajar en el tiempo a través del suburbano y trasladarnos a una época de tenue iluminación, en la que era fácil dejarse llevar por la imaginación…, solo rota por el ruido del actual metro al pasar por la que fue, y no ha dejado de ser una estación. Nos sorprendió la publicidad sobre piezas de cerámica, auténticas obras de arte perfectamente conservadas, que daban a los andenes un aire distinguido y señorial. Esos mismos andenes, como en otras estaciones, sirvieron de refugio a los ciudadanos durante los bombardeos aéreos en la Guerra Civil.
De vuelta a la superficie y a nuestra época, el mismo metro nos llevó a Sol, donde hubo tiempo no solo para reponer fuerzas sino para practicar un poco de “shopping”, que sirvió de revulsivo para el grupo como se pudo comprobar en la bajada, por la Carrera de San Jerónimo, hacia el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, última parada de nuestra visita.
El antiguo hospital, hoy museo, nos mostró lo mejor del arte contemporáneo español, entre otros, el Guernica de Picasso, siempre impactante; el complejo universo de Miró y el no menos fascinante de Dalí, para quien "el verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío. El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar pacientemente una pera rodeado de los tumultos de la historia." Su Muchacha en la ventana es, según una encuesta, la obra que más gusta a los visitantes.
Así, sin algaradas alrededor, con la serenidad de la muchacha contemplando el mar, subimos al bus para retornar a La Besana...
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